Laureano Nazar y el gobierno que pasó un terremoto

laureano nazar 3Si hablamos de hechos que marcaron a fuego la provincia de Mendoza tenemos que mencionar el terremoto del 20 de marzo 1861: un momento que hizo el antes y el después de una ciudad que tuvo que hacerse así mismo de nuevo. Pero, ¿qué pasó por la cabeza de su gobernador por entonces? ¿qué acciones tomó ante tanto caos? conozcamos la historia del gobernador que sobrevivió a este apocalipsis de la ciudad colonial. 

Laureano Nazar Anchorena nació el 4 de julio de 1816 en Mendoza. Su padre Joaquín Nazar, militar que en un primer momento fue parte del cuerpo de Montañeses que combatió en las Invasiones Inglesas, luego se incorporó a las filas de ejercito de los Andes que luchó por la Independencia. Por el lado de su madre, Juana Anzorena  estaba ya inserto en el núcleo de familias tradicionales de Mendoza -los Anzorena, hidalgos navarros, llegan en 1721 y entroncan en el acto con los Gómez Pardo – Videla de la fundación, así como con unos Ponce de León ligados a la sociedad tradicional de lima, Perú- fue sobrino 2° del Gob. Félix Aldao Anzorena, quien tuvo siempre con él especial deferencia. Sin embargo, Aldao Anzorena fue siempre considerado como un salvaje émulo de Rosas en la provincia, por lo cual dicho parentesco y deferencia le volverían muy en contra a Nazar en el futuro, tras Pavón.

Participó en la expedición al desierto que Rosas, en 1833, organizó a lo largo de toda la frontera sur del país por entonces colonizado, estando apostado durante 5 largos años en el Fuerte de San Carlos, por más de un siglo la frontera sur entre Mendoza y la Araucanía. El 30 de septiembre de 1858 es ascendido a Coronel de la Nación por Dec. 70 suscripto por el Gral. Don Justo José de Urquiza. Se casó el 19 de enero de 1849 con doña María del Carmen Eudosia de la Reta.

Participó en la campaña de 1840 a La Rioja y luchó en la batalla de Rodeo del Medio contra Lamadrid. Después de Caseros apoyó el regreso del general Pedro Pascual Segura al gobierno y fue varias veces diputado provincial, ya con el grado de coronel.

En 1859 dirigió una revolución contra el gobernador unitario Federico Maza. Fue derrotado, pero la intervención federal dirigida por Pascual Echagüe permitió el triunfo electoral de los federales, que eligieron — tras la renuncia de León Correas — Gobernador de Mendoza, a partir del 23 de agosto de ese año, a Laureano Nazar.

Eligió por ministros a Nicasio Marín (federal), Cnel. León Correas (unitario), David Ortiz (unitario), Modesto Lima (federal), y D. Lucas González (unitario).

Si bien la mayoría de los historiadores locales lo tratan dentro de «la oligarquía», lo cierto es que perteneció a ésta por su madre y su mujer, pero fue en rigor enemigo del clan adalid de la misma., los Civit, aunque aliado de los González, los Olascoaga y los Villanueva – éstos lo defendieron siempre, a pesar de haber sido el último gobernador federal. Llevó a cabo una gestión caracterizada por el orden, la tolerancia y el respeto a la ley, reglamentarismo al que no estaban acostumbrados muchos de sus futuros némesis «progresistas» (como Leopoldo Zuloaga, quien escribe un sainete panfletario «El gobierno de Nazar», denunciando su aparente corrupción y aversión a la libertad de prensa…cuando él, quien había sido contratista del Gobierno y encargado de la imprenta oficial, había visto rescindido su contrato por tergiversación de fondos públicos y reiterados incumplimientos contractuales, usando la imprenta oficial (de propiedad estatal) para imprimir folletos de terceros particulares por los que cobraba…). Nazar manda sancionar un código unificado con toda la legislación federal y provincial que a la fecha regía desordenadamente la provincia, una ley que reglamenta sobre los serenos y la policía provincial, corta de cuajo los malones de indios que asolaban el sur provincial -y a los que de sobra conocía por haberlos combatido durante décadas -, establece ordenanzas reglamentando el sistema de pensiones para viudas de policías y milicianos provinciales muertos en cumplimiento del deber, logra superávit fiscal en su primer año de gobierno por primera vez en décadas, nombra pos sus ministros a conspicuas personalidades mendocinas, entre ellos D. Lucas González, unitario. Durante su gobierno no hubo persecuciones políticas de ninguna especie. Sin embargo, acabó teniendo que apoyar oficialmente una muy impopular medida de Derqui -quien luego le abandona- dando tropas y sustento al Gob. de San Luis, designado por Derqui interventor de San Juan, el Gral. Juan Saa, su primo cercano por los Domínguez Velázquez-Lucero, quien, encargado por el gobierno nacional de intervenir la provincia de San Juan, donde gobernaba el unitario Aberastain, un gobernante progresista y absolutamente decente, se extralimita en sus funciones, saquea San Juan -con tropas, lo recordamos, en parte mendocinas- y contra una de las paredes de la casa materna de Sarmiento lancea a muerte al gobernador sanjuanino… salvajismo que le vale el mote de «Lanza Seca», y claro origen del odio visceral de sanjuaninos a puntanos y mendocinos -que subsiste lozano hasta hoy, causa directa también del postrer rompimiento de relaciones entre la Confederación y Buenos Aires. En Buenos Aires, Mitre y Sarmiento naturalmente pasarán a execrar a Saa, a Nazar por extensión, etc. Esto será un antecedente funesto para Nazar, pues Sarmiento será quien comande la expedición «pacificadora» de Mitre a Cuyo, tras Pavón.

El terremoto de 1861

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Instantes posteriores al terremoto, según un grabado de la época

En el tercer año de su gestión sucede la mayor tragedia en la historia de Mendoza, el famoso terremoto del 20 de marzo de 1861 -que en segundos mató un tercio de la población y destruyó todos los edificios e iglesias de la provincia, con tres excepciones que aún subsisten), lo que junto a Pavón acaba generando una serie de eventos que terminarán con su renuncia al cargo, por la revolución del 18-12-1861. Éste movimiento, según sus detractores, fruto de su excesiva crueldad con maleantes y opositores surgidos a su natural intento de reedificar la ciudad de Mendoza sobre las ruinas de la antigua, limpiando los restos, usando los materiales derruidos con nuevas medidas de seguridad para las calles y una plaza cada 9 manzanas adonde se refugiase la población en caso de terremoto (la Ley Nazar, aún vigente, causa de que Mendoza tenga tantas plazas) y enterrando a los muertos con la mayor brevedad posible, por cuestiones de economía y sanidad elemental; lo cual evitaría un mayor gasto al erario público al no ser necesario expropiar tierras para construir una nueva ciudad. Desgraciadamente, en instantes tan terribles como esos hubo quienes especularon con que el estado les salvara sus derruidas haciendas…expropiándolas para construir la nueva capital de la provincia. La cercanía de algunos campos de ciertas familias unitarias, entre ellas los Blanco y los Civit, donde pretendían éstos construir la nueva fue la causa directa de la caída en desgracia de Nazar, según historiadores modernos, así como principalmente Pavón. El terremoto del 20 de marzo de 1861, decíamos, que no dejó en pié un solo edifico en la ciudad, mató a buena parte de la población principal de Mendoza, por ser quienes vivían en casas de adobes y ladrillos.

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Parte de la ciudad vieja y las ruinas de San Francisco. Foto de 1890

Entre las víctimas se contaron tres de sus hijos, y su mujer perdió una pierna. Por tradición familiar, sabemos que salvó milagrosamente su vida junto con su cuñado, el Dr. Primitivo de la Reta, quedando bajo las puertas de su despacho en el cabildo, donde se estaban despidiendo, frente a la actual plaza Pedro del Castillo -el edificio cayó hacia atrás, al canal, y el frente hacia la plaza, rescatados por el Cnel. Olascoaga. Se dijo que el Gobernador había huido aterrorizado y regresado a la semana. Otros, como Eusebio Blanco -irónicamente la nieta de éste último casará con Benjamín Nazar, su hijo- dijeron luego, en el juicio de residencia, que el Gobernador había mandado fusilar gente -supuestos maleantes sin proceso criminal previo- entre las ruinas a la mañana siguiente. Lo cierto es, increíblemente, que hubo gentes de los arrabales y sin duda de la cárcel derruida, mientras media ciudad clamaba por ser rescatada de las ruinas -que en el acto se incendiaron, por las velas prendidas y porque Mendoza ya tenía 5 cuadras con iluminación a gas- se dedicaron a terminar de matar a los atrapados por los escombros, para robarles alhajas, anillos, gemelos, relojes, etc. En efecto, el gobernador había decretado ésa madrugada la ley marcial, y fusiló algunos maleantes, pero básicamente organizó el salvataje de los sobrevivientes no bien despuntó el alba, tras haber ido y vuelto de su propiedad, donde su compadre Juan De la Cruz Videla había rescatado a la mitad de su familia, pereciendo la otra, y aprobó ese mismo día lo actuado de oficio por algunos encargados de la policía provincial, entre ellos el propio Olascoaga, quien luego limpió su memoria en una carta publicada en un periódico que ya no existe, felizmente rescatada del olvido por la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, en un acto de honestidad intelectual e histórica del recordado Dr. Edmundo Correas.

Su caída después de Pavón

El 17 de setiembre de 1861 se produjo en el país la batalla de Pavón: lucha entre las fuerzas porteñas del general Bartolomé Mitre y las federales del general Urquiza, gobernador de Entre Ríos. Luego de una insólita retirada por parte del entrerriano, Mitre ganó la contienda en aquel paraje santafesino.

Dos meses después de esta batalla, una revolución producida en nuestra provincia lo llevó a renunciar a su cargo, que fue ocupado por el coronel Juan de Dios Videla, el 16 de diciembre de 1861.

Nazar tuvo que huir a Chile; allí se enteró de que los porteños habían invadido la provincia y arrestado a Videla, poniendo al unitario Luis Molina en el gobierno. Excepto por el breve período de Carlos Juan Rodríguez en 1866–1867, Nazar fue el último gobernador federal que tuvo la provincia de Mendoza.

Regresó de Chile en 1866, cuando ya había perdido toda su fortuna en manos del gobierno nacional. A fines de ese mismo año tuvo que huir de nuevo a Chile durante la «revolución de los colorados»; tanto porque estaba dirigida por Videla, como para que no lo acusaran de participar en ella.

Regresó después del fracaso de los últimos federales, y tuvo que vivir sus últimos años sostenido económicamente por su suegro, Francisco de la Reta. Murió el 9 de noviembre de 1882.

Bibliografía

-PONTE, Jorge Ricardo, Mendoza, aquella ciudad de barro; Conicet; Buenos Aires; 2008

-SCHÁVELZON, Daniel; Historia de un terremoto, Mendoza 1861; Centro de investigaciones Ruinas de San Francisco; 2007

-LEVENE, Ricardo (Director general); Historia de la Nación Argentina; Buenos Aires; El Ateneo; 1962; Tomo 10

Las fotografías reproducidas son gracias al gran aporte del prof. Ariel Sevilla

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